Fotografía analógica, también de regreso

El año pasado creció 6% la venta de película, de la mano de la pasión vintage

La pasión por lo vintage se ha vuelto irresistible. Después del retorno del vinilo, del cassette e incluso del VHS, el regreso de la fotografía analógica es un hecho consumado. Es cierto que muchos fotógrafos no la abandonaron nunca, pero el pulso de esta tendencia hoy lo marcan los más jóvenes, aquellos que nacieron en la era digital y luego se vieron fascinados por el proceso lento y demorado del mundo analógico.

Ahora bien: ¿sobrevive como una expresión más de lo retro o ha renacido como una manifestación artística? «Creo que seguir tirando películas viene de la mano de la textura del film y de la forma de acercarte a la fotografía, con otros tiempos, sin tener una certeza total de la foto que capturaste hasta que revelás. Hoy la fotografía analógica es novedad para los jóvenes, pero no creo que sea todo artístico. Lo viejo vuelve a ser nuevo, como en la moda», opina Hernán Zenteno, reportero gráfico que además de salir habitualmente con cámaras digitales nunca abandonó la fotografía analógica.

A la hora de comprar insumos -desde rollos, papel o químicos hasta cubetas-, el circuito gira en torno las casas históricas que hoy reciben un nuevo público. Allí están el Centro Mayorista (Libertad 434, PB Of1) o Kinefot (Talcahuano 244). Respecto de las cámaras, si bien Nikon y Canon siguen fabricando algunos modelos, en el mercado argentino se consiguen solo usadas.

«El año pasado, a nivel mundial, se vendió un 6% más de película que el año anterior. Y desde hace dos años hay un público muy joven que, si bien ya tiene cámara digital de última generación, va y se compra una analógica usada -señala Darío Prilik, del Centro Mayorista-. Creo que los chicos se vuelcan a este tipo de fotografía porque está más involucrada la faceta artística, como aquel que pinta lienzos con pintura al óleo. Además, la calidad de la fotografía analógica es superior. La diferencia se nota, y bastante».

Tal el caso de Ignacio Crusoe, de 16 años, aficionado a la fotografía analógica que recientemente se compró una Leika con un lente de 35 milímetros. «Me interesó este tipo de fotografía porque es diferente de la digital, no solo estéticamente, sino por el proceso que implica sacar y no ver la foto en el instante, los tiempos del revelado», señala Nacho, que revela en blanco y negro y arma sus propios rollos de película.

«Como el rollo sale unos 400 pesos, compro latas de 100 metros por 4000 pesos y me sale más barato, porque me rinde para 18 rollos que armo con los chasis viejos vacíos. En las redes sociales hay mucha información: aficionados que suben videos, distintos tipos de hashtags, pero me interesan más los fotógrafos viejos. Tengo libros del español Alberto García-Alix, Richard Avedon, Henri Cartier-Bresson».

Por Alejandro Rapetti
LA NACION
26 de abril de 2019