Encierro y marginalidad bajo la lente de 17 fotógrafos icónicos

Por Agustina Rinaldi. La Fototeca Latinoamericana (FOLA) exhibe «El fantasma de la libertad: fotografía y encierro», un registro fotográfico que fusionó la mirada de artistas como Sara Facio, Eduardo Gil, Adriana Lestido y Ataúlfo Pérez Aznar bajo una misma preocupación: aquellos que fueron expulsados del sistema.

De la serie El Borda, por Eduardo Gil. (Foto: Fola).

Mujeres consolándose en cárceles que parecen haber sido olvidadas, carnavales y celebraciones de cumpleaños en el Borda, monjes que eligen hacer de su hogar un templo a las afueras de la ciudad y ancianos dejados a la deriva que encontraron refugio en hospitales psiquiátricos. Distintas situaciones, un factor en común del que no pudieron escapar: el encierro Más de 17 fotógrafos que pueden verse en El fantasma de la libertad: fotografía y encierro, en la Fototeca Latinoamericana, lograron iluminar los rincones que parecían más remotos y oscuros. Cada fotografía expuesta actúa como un contraespejo; quien observa abraza su tan preciada libertad y a la vez siente empatía con quien está del otro lado, expectante.

“Ver las condiciones de aquellos que están encerrados te hace pensar en vos mismo, en lo afortunado que sos de poder estar en movimiento y elegir cómo vivir. También, conocer estas situaciones de encierro es el primer paso para lograr una sociedad más justa. Para que la sociedad avance, tenemos que estar al tanto de cómo están viviendo quienes están mal. Uno sabe que las marginalidades existen, pero si no nos las muestran pasan a existir solo teóricamente. Hacer eco de estas situaciones es tomar una posición ética, con el registro fotográfico estos fotógrafos buscaron cambiar algo”, aseguró a TN.com.ar Rodrigo Alonso, curador de la muestra

Izquierda: Ataúlfo Pérez Aznar. Derecha: Helen Zout. Foto: FOLA..

La metamorfosis del encierro a través de los años

Dictadura y encierro La muestra se inicia con uno de los libros más icónicos de la fotografía y difíciles de conseguir, Humanario, de Sara Facio y Alicia D’Amico, publicado en 1976. Las crudas e impactantes fotos que reúne fueron a pedido del Gobierno dictatorial que quiso saber cómo vivían las personas en hospitales psiquiátricos. El libro, que tiene un capítulo dedicado exclusivamente a niños con enfermedades mentales, fue prohibido y sacado de circulación. ¿Por su delicado contenido? Para nada. Su prólogo fue escrito por Julio Cortázar y los militares no quisieron que se diera a conocer por su pensamiento de izquierda. Es un registro brutal, pero desde la exterioridad.

Democracia y algo de luz La preocupación de los fotógrafos por el encierro y la marginalidad, seguida de la acción e intención de generar un cambio real, creció con el inicio de la democracia. Los artistas abrazaron la responsabilidad social y, tras celebrar el poder volver a trabajar con libertad en las calles, se ocuparon de iluminar aquellos lugares que habían sido apartados de la visión. “En contrapunto con Humanario, Adriana Lestido se interesó en las historias de las mujeres presas; pasó mucho tiempo siendo parte de la cotidianidad de esas mujeres; conoció en profundidad a quienes quería retratar; las mostró humanas”, comentó Alonso sobre las imágenes en las que la sororidad entre mujeres es protagonista, cuando ni siquiera existía esta palabra.

Adriana Lestido retrató mujeres en cárceles. Foto: FOLA.

Al igual que Lestido, Eduardo Gil se involucró en el día a día de los pacientes que vivían en el Borda en la década del 80. Tras muchos años dando un taller de fotografía para los pacientes psiquiátricos, los retrató buscando, de alguna u otra manera, que estas personas lograran acaparar la atención de gran parte de la sociedad que parecía haberlos olvidado. “Lestido y Gil no fueron una tarde a conocer a esas personas y les sacaron fotos, se involucraron de verdad. Lo que ellos pueden mostrarte no es lo mismo que muestra aquel que pasa algunas horas sacando fotos y se va. Estos fotógrafos nos brindaron un registro íntimo y eso se ve en sus obras: se nota cuan lejano o cercano estaba el artista de esas personas con tan solo observar atentamente”, aportó Rodrigo. En la misma línea, Ataúlfo Pérez Aznar retrató carnavales en psiquiátricos; momentos efímeros de felicidad en medio de la marginalidad. Y Helen Zout casi se obsesionó con la femineidad y con los actos cotidianos en esas clínicas, llevados a cabo por personas que rozan la insanía y el abandono.

Eduardo Gil trabajó y retrató tres años el Borda. Foto: FOLA.

El encierro hoy: capitalismo salvaje y marginalidad

Durante la dictadura, las personas que vivían en cárceles y hospitales psiquiátricos eran vistos de manera monstruosa. Y si bien la mirada cambió con el inicio de la democracia, cuando la vulnerabilidad de aquellas personas salió a la luz y se las comenzó a cuidar, ¿cómo evolucionó el encierro hasta la actualidad?

Hoy la marginalidad sigue existiendo, ¿pero por qué se da? “Cambió en relación a qué se da. En gran parte, es la consecuencia del neoliberalismo. Aquellos que viven en la marginalidad quedaron afuera del sistema económico, brutal y salvaje. Antes, en la década del 80, los marginales habían quedado apartados del sistema social. Hoy, la pobreza, la indigencia y la precarización laboral son las aristas de la marginalidad contemporánea”, explicó Alonso.

Sub. Cooperativa de fotógrafos es el registro más actual de la muestra. Foto: FOLA.

La arquitectura del encierro

Las fotografías expuestas en El fantasma de la libertad: fotografía y encierro son ensayos fotográficos. Los fotógrafos abrazaron el encierro, lo siguieron y lo trabajaron durante muchos años. Y si bien la mayoría retrató las historias de los que quedaron al margen del sistema, otros le prestaron suma atención a la arquitectura del encierro: los potentes edificios pensados y creados para apartar a aquellos que no encajan.

Una guía de la exEsma, que durante la dictadura funcionó como un centro de tortura y detención, que conocía cada rincón del imponente y bestial edificio, retrató los espacios vacíos. En las fotos de Paula Lobariñas la inmensidad es protagonista, pero también el horror; el abandono; la memoria.

Paula Lobariñas y la exEsma, registró el vacío y la memoria. Foto: FOLA.

Antes de que la cárcel de Caseros se tirara abajo, Gian Paolo Minelli logró acceder al lugar y, por varios meses, trabajó en el predio. Días antes de la demolición, retrató aquellos espacios que durante muchísimos años ocuparon diferentes presos con una misma esperanza: recuperar la libertad. Las fotografías son abstractas y muchas de ellas se exponen por primera vez en FOLA.

Gian Paolo Minelli capturó la cárcel de Caseros ante de su demolición. Foto: FOLA.

A diferencia de las cárceles que Minelli y Lestido fotografiaron, las de Alfredo Srur parecen sacadas de un cuento de hadas nórdico. El fotógrafo argentino viajó a Finlandia para retratar y comparar cómo viven los presos allí y cómo sobreviven aquí. “Cuando llegó le dieron un folleto para que supiera cómo era la cárcel y qué actividades se llevaban a cabo; todo muy organizado. Retrató salas de esparcimiento, la biblioteca y el gimnasio. Quiso mostrar la perfección y pulcritud de ese sistema carcelario. Los espacios parecen no estar cerrados, las rejas son especiales. La idea es que los presos estén constantemente en contacto con el bosque y cerca de la naturaleza. Las celdas no tienen rejas, son de vidrio blindado. Tienen otra visión del encierro”, agregó Alonso.

Alfredo Srur viajó a Finlandia para fotografiar sus cárceles. Foto: FOLA.

Yo decido encerrarme

La muestra curada por Rodrigo Alonso finaliza exponiendo uno de los encierros más particulares: el que se toma por decisión propia. Por un lado, Sebastián Friedman, en Segurismos, muestra a personas de distintos lugares detrás de las rejas de sus casas; sus armas contra la inseguridad. Por miedo a lo que podría pasar, eligen mantenerse al margen y optan por vivir gran parte de sus vidas puertas para adentro. Y finaliza con El secreto de los monjes, de Eduardo Longoni, que convivió con los monjes cartujos y documentó cómo otros pasan sus días en silencio y dedicándole toda su vida a su Dios.

Eduardo Longoni mostró cómo viven los monjes cartujos en el convento. Foto: FOLA.

¿Quiénes hacen El fantasma de la libertad: fotografía y encierro? Sara Facio, Alicia D’Amico, Eduardo Gil, Adriana Lestido, Ataúlfo Pérez Aznar, Alfredo Srur, Helen Zout, Tony Valdez, Gian Paolo Minelli, María Eugenia Cerutti, Roberto Huarcaya, Pablo Cabado, Sub. Cooperativa de fotógrafos, Marcela Astorga, Eduardo Longoni, Paula Lobariñas y Sebastián Friedman.

Publicada el 03/08/2019 en TN.com.ar
Por Agustina Rinaldi