Peter Lindbergh, el fotógrafo de las supermodelos

(Victoria Lescano LA NACION) – Con una portada en blanco y negro de Kate Moss que vaticina el protagonismo de semejante gama cromática ante algunas tomas en color, y articulado en 25 capítulos según los diseñadores, cuyos ropajes irrumpen entre sus 500 páginas, el libro Peter Lindbergh, A Different Vision on Fashion Fotography, editado por Taschen, oficia cual bitácora y catálogo de la muestra homónima que transcurre en la Kunsthalle -en Múnich- hasta fines de agosto de 2017. De ahí que una toma se detiene en un fabuloso retrato de Azzedine Alaïa, el modisto tunecino que perfeccionó vestidos que calzan como guantes, con su silueta pequeña en un pijama chino y abrazado a la cantante Tina Turner, publicada por Lindbergh en Vogue Italia en 1989. Otra destaca a las modelos María Carla Boscano y Lara Stone con abrigos en animal print diseñados por Haider Ackermann.

Foto por Peter Lindbergh

Del estilo Gaultier asoma un vestido con corsé en punta aplicado a un vestido furreau naranja de terciopelo de la temporada 1984 y a Naomí Campbell caracterizada cual Josephine Baker. En el imaginario del diseñador Marc Jacobs interpretado por Lindbergh asoma la actriz Julianne Moore simulando un traje de enfermera con velo de encaje negro y transparencias. Las señas particulares de Gucci, según Tom Ford se vislumbran en una toma de Kate Moss con un abrigo corto y mocasines. En el apartado Giorgio Armani irrumpen la coreógrafa Pina Bausch y la actriz Charlotte Rampling con los emblemáticos trajes sartoriales; otro matiz lo aporta la fotografía de las modelos Linda Evangelista y Cindy Crawford, ambas con pelo corto y negro, descalzas y orgullosas de sus trajes de corte Armani.

Acentúo el cameo de Evangelista (a quien le sugirió cortarse el pelo muy corto), y de Crawford, porque oficiaron de musas de Lindbergh cuando él acompañó y documentó a la generación de mannequins apodadas supermodelos, un linaje que sumó a Naomi Campbell, Claudia Schiffer, Christy Turlington y Tatjana Patitz. El trademark de Lindbergh y su aporte a la moda de comienzos de 1990 consistió en fotografiar grupos de modelos con menos maquillaje y artificios, inspirándose en los modismos indumentarios de las compañeras de la escuela de arte de Alemania donde él se formó.

Una célebre toma que recrea la muestra es la de un grupo de mujeres fotografiadas en las playas de Santa Mónica: van vestidas con camisas blancas que no vociferaron su pertenencia a marcas ni etiquetas, el pelo con estudiada apariencia décontractée. La toma fue inicialmente rechazada por la editora Grace Mirabella y Lindbergh redobló la apuesta estética cuando retrató al quinteto con jeans y tops drapeados y luego del arribo de Anna Wintour a Vogue, las nuevos modelos fueron directo a la portada. Las supermodelos no tardaron en cautivar al cantante George Michael, que en 1990 las contrató para posar y simular cantar en el video de Freedom que dirigió David Fincher, y Gianni Versace se hizo eco de las chicas superpoderosas cuando las contrató para la campaña de invierno 1991. Karl Lagerfeld le encomendó a Lindbergh fotografiarlas con sus nuevos modismos para Chanel.

La actriz Milla Jovovich es otra musa de Lindbergh, y quienes visitan la casa del downtown porteño del diseñador gráfico y fotógrafo Juan Gatti se reúnen alrededor de la gigantografía de un desnudo de Milla by Lindbergh que representa un trofeo de su amistad y sus colaboraciones estéticas con el fotógrafo cuando Gatti fue director de arte de las páginas de Vogue Italia y de varios de sus libros. El capítulo dedicado al belga Nicholas Ghesquiere hace lugar tanto a un austero saco negro para Charlotte Gainsbourg de su paso por Balenciaga -temporada 2003- o bien a Marion Cotillard, con un vestido de organza high tech de la colección 2006. Lejos del desnudo de Milla, una serie de imágenes más recientes de Lindbergh la muestran con largos vestidos de Versace en tonos rosados y nude, con pancartas que advierten sobre los peligros de la falta de carisma y el exceso de poder.